26 de agosto de 2013

ESTUDIANTES 2 - BOCA 0


Ausente Verón, con un Riquelme apagado, la figura terminó siendo el pibe Carrillo. Metió los dos goles para que Estudiantes le ganara a Boca y se olvidara de la ida de Duván Zapata. Más allá del penal que le regalaron, el Pincha jugó mejor.



La intensidad es difícil de medir pero si alguien quiere entender de qué se trata debería repasar cómo le ganó Estudiantes a Boca. Este Estudiantes que sufre la ida de su delantero estrella, Duván Zapata, y que había arrancado el día con la baja de su ídolo, la Bruja Verón. Este Boca que sin jugar bien estuvo cerca del empate pero que terminó enredado en la red que le tendieron. Este pibe Guido Carrillo que sacó pecho, dijo acá estoy y metió el doblete ganador.

Con Sánchez Miño cerrándose bien al medio y tirando por muchos momentos a Riquelme sobre la izquierda (ocurría seguido en la era Falcioni), el control de la pelota estuvo desde el inicio en los pies de Estudiantes. Más precisamente de Luna. Aunque la profunidad le era esquiva y la sombra Duván Zapata sobrevolaba por el estadio. Boca amagaba reaccionar con la movilidad de Martínez, pero el Burrito sigue salado y cuando su gol era inevitable, el pecho de Desábato le dijo que no sobre la línea.

Riquelme se fue apagando, perdiendo juego pero a Estudiantes le costaba inquietar a Orion. Hasta que de un tiro libre frontal que amagaba inofensivo, Carrillo no sólo tomó el rebote sino que inventó un golazo con un derechazo terrible. La reacción no llegó. No por falta de actitud de Boca, sino porque las ideas, el volumen de juego, no aparecieron como tampoco habían aparecido antes.

Más allá del penal que Ceballos le regaló a Estudiantes (en Boca pidieron antes otro al Burrito Martínez), el Pincha no ganó por el árbitro. Su intensidad fue demasiado para este grupo de jugadores que Bianchi no logró aún convertir en equipo. Y que encima se encontró con un pibe voraz por el gol.

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