José Antonio Moreyra para Actualidad esquina
Él es un personaje 
de nuestro pueblo, lo conozco desde los tiempos de juegos de carreras en
 zambullida cuando  ganaba a todos los del barrio, de los campeonatos de
 fútbol que jugaba descalzo sin cansarse. Ya entrado en años,  ahora, me
 impresiona su ductilidad para vivir siempre de lo que le da el río, 
solo montado en una carpinchera que no hunde ni la peor de las tormentas
 del Paraná. Guía turístico sin ser muy letrado, carpidor y dueño de 
cientos de oficios que hoy casi nadie quiere hacer. Tiene todas las 
habilidades de nuestros ancestros indios, conoce del tiempo, petiso, 
bien morrudo como los guayquiraroes, igualito  hasta su pelo y su 
rostro. Nació allí, por eso, le decimos el heredero.  
Es amigo del barrio
 y compartió siempre todo, pero  estuvo con nosotros nomás, nunca le 
preguntamos nada  y una tarde en la galería del descanso de otros 
trabajos, se me ocurrió prender el grabador luego que me trajera una 
boga de regalo y preguntarle sobre su vida.
P: ¿Cuántos años tenes y adonde fuiste a la escuela?
R: No, no me 
acuerdo bien, soy de Diciembre pero no sé de qué año. Sé que tengo 66. 
En realidad no me mandaron nunca a la escuela, no sé leer ni escribir. 
Yo siempre quise ir. Desde chico empecé a trabajar.
P: ¿A qué edad empezaste y qué hacías?
R: Desde chico, a 
los siete años, en el algodonal y el maizal, espantaba los loros y 
juntaba 18, 20, 30 kilos de algodón depende de la hora que empezaba. 
Toda mi vida fue trabajo nomás. Me criaron en Guayquiraró, hace poco 
conocí a mi verdadera madre.
P: ¿Cuándo se inicia tu contacto con la isla?
R: Desde Gurisón, 
la isla no tiene para mí secretos, conozco todo, ni tengo miedo soy buen
 nadador como un carpincho. Zambullo más de 20 metros, yo nico no fumo. 
Trabajé en destronque, animales. Casi toda mi vida fue en la isla. Hasta
 conozco los negritos del agua. Son chiquitos, parecidos a un mono, 
viven en las barrancas y cuando crece el agua salen y se van. No 
molestan, ni son peligrosos. Son negritos,  negritos, pero chiquitos 
nomás, sin vestimenta, así nomás andan como buen cristiano. Los vi dos o
 tres vueltas. Vi muchas aparencias, de algunos ahogados y a veces toman
 forma de yacaré o carpincho, no le entra la bala. Parecía que le mataba
 pero luego me acercaba y quedaba la catinga nomas y a lo lejos sentía 
como se escapaba. Yo nunca nada, aparecían pero ni miedo que le tengo. 
Sé pescar con caña, con la fija ja, ni te cuento. En mi canoita 
atropello a la tormenta y ni me caigo, marejadas de cuatro cinco metros 
le cruzo. A pala nomas le cruzo, ni que remo…no…Me gustan mucho el 
sábalo, el armado y el amarillo, de los otros estoy aburrido. Todos los 
turistas me buscan.
P: ¿De eso vivís?
R: De los turistas que hago pasar y de la venta de pescados, conocí a los churrinches. Ellos carneaban vacas y vivían de eso.
P: ¿Tus hijos van a la escuela? ¿Te molesta o dificulta no saber leer o escribir?
R: Ellos sí, si yo 
no aprendí, ellos tienen que aprender, no ser como yo. (Pausa) Toditos 
me conocen, soy honrado, vivo del trabajo, no saben mi nombre me conocen
 por mi apodo nomas. Todos me buscan, tienen confianza. Mi nombre es 
Agustín Rodríguez, pero me dicen Chitalo, desde chiquito, ni sé que 
significa. Todos conocen mi casa. A veces lo buscan a Agustín Rodríguez,
 pero la gente dice nooo con ese no, queremos sali con Chitalo. Nadie 
conoce mi nombre. Soy el mismo (Pausa emocionado)
P: ¿Sos de algún partido político?
R: Soy peronista, pero de antes… a mí me gusta Perón.
P: ¿Qué pensas de la vida, cuáles son tus preocupaciones?
R: De la vida nada,
 solo no quiero perder el trabajo y la pesca, siempre trabajé, nunca 
pasé hambre. No perdí las fuerzas, no tengo enemigos. Nunca tuve 
problemas con la policía, al contrario, me quieren mucho. Antes valía la
 plata, ahora no vale nada, no sirve para nada, solo me alcanza para el 
qué comer y algunas otras cositas. Algo me ayuda el sueldo de los siete 
hijos que cobra mi mujer, el lunes tiene que ir a cobrar, está crecido y
 hay pocos pescados.
Ahora hago 
trabajitos livianos, mucho e ma ya trabajé. No tuve descanso, ni 
domingo. Desde chico me tenían así, con arreador, no era fácil antes con
 un trenzado del ocho a buscar lecheras en pata con la helada, mi dedo 
gordo colorado jaja. Me tenían de aquí para allá, no es como ahora, me 
trataban mal demá.
Ahora hacen 
desastre, todo está mal, la droga, el que no le mata al padre, mata la 
tía. Mis hijos ni a los bailes van, ni que van a estar de balde en las 
esquinas fumando droga. Noooo, no les pego, pero los controlo y me 
respetan. Son trabajadores. Nada de tomar alcohol por ahí, nada. Todo el
 problema de ahora es la droga. La mala crianza. Ahora ni a los bailes 
se puede ir, se enloquecen todos y siempre hay problemas. Con mis padres
 de crianza estuve hasta los 19 años, no le tengo bronca, me educaron en
 algo, pero no eran fácil. Yo dormía en el piso de tierra arriba de un 
cuero pelado, como perro. Me fui de bronca a vivir solo. Me fui a vivir a
 Rosario pero extrañaba, el río, los pescados, nuestro pueblo. Me vine 
nomás, no me hallaba.
P: ¿Alguna vez hablaste con alguien así?
R: Nunca.
La tarde se fue con Agustin Rodríguez (Chitalo),
 me dejó parte de su vida en escuetas respuestas,  luego de pedirle 
permiso para publicar la nota en Actualidad Esquina.Preguntándome eso 
sí,  la cantidad de historias que deben existir en hombres parecidos a Chitalo.