21 de septiembre de 2014

Cristina y Francisco: afecto y calidez




Foto exlusiva del encuentro entre la presidenta y el Papa en la residencia de Santa Marta. Toda la intimidad de una jornada donde hubo regalos, sonrisas y buen humor.
El afecto, la calidez, la camaradería, dominó la escena de Santa Marta en el encuentro del papa Francisco, Cristina Fernández de Kirchner y la comitiva.
La presidenta se emocionó hasta las lágrimas cuando el Papa, conmovido, recibió el regalo de Victoria Montenegro, nieta recuperada, quién hizo un collage con las fotos de sus papas desaparecidos.
En ese instante, Andrés "el Cuervo" Larroque le dijo que tenía un regalo para él. Le alcanzaron un celular a donde la abuela, desde Argentina, esperaba oír la voz de Su Santidad, que dijo: "Feliz cumpleaños Franchesca. Soy el Papa Francisco". Francisca Canone cumplió 96 años
Durante el almuerzo de la presidenta y Francisco a solas se abrieron las puertas de Santa Marta, para nosotros, con un " brunch" ( desayuno-almuerzo). Todo fue preparado con el amor, que las caracteriza, por las monjitas de Santa Marta. La comitiva en número, éramos 33, fue discreta si se tiene en cuenta que las menos numerosas son de 100. Más de 300 fue la de los jugadores de fútbol del partido por La Paz y sus familiares. Al día siguiente casi 600 hicieron fila en el besamanos al finalizar las jornadas de Scholas Ocurrentes.
El secretario general de la Presidencia, Óscar Parrilli, quién acompañó el encuentro, conocía a Francisco, desde la época en que Néstor Kirchner fue presidente.
En abril del 2006, el cardenal Jorge Bergoglio lo llamó para invitar a Néstor a la misa que en homenaje a los hermanos Palotinos iba a dar en Santa Cruz. Así aparecieron, de sorpresa, Kirchner y Parrilli, dando una señal que el padre Jorge agradeció para siempre.
Bergoglio, siempre supo que Néstor le había dicho a Parrilli, que cuando quisiera verlo a solas, con gente o como quiera que fuera no tenía más que avisarle a él, que estaba dispuesto a suspender cualquier reunión para recibirlo.
Deshojando recuerdos, fue pasando el mediodía, en el cual todos coincidieron que nunca hubo tanto peronista junto en Santa Marta.
Al final del almuerzo, aparecieron los dos y se los veía muy contentos. El Papa, a quién lo preocupa la exclusión de los jóvenes desocupados en Europa, el porcentaje de suicidios y la exclusión, vivió con alegría la presencia de Eduardo "Wado " de Pedro, el mercedino, quién le llevo saludos del padre Jorge Bruno, vicario de Mercedes, muy amigo de Bergoglio y salame quintero.
No sucedió menos cuando "el Cuervo" Larroque le regaló una camiseta de "La Cámpora" y un retrato del padre Carlos Mugica con un poema de Tato Contissa.
Patricio Mussi, intendente de Berazategui, repartió escarapelas de vidrio porque la ciudad es la Capital Nacional del Vidrio. También fue incluido en la partida el dirigente radical Leandro Santoro, quién le dio dos ejemplares de "Nunca Más" y un libro de Raúl Ricardo Alfonsin. Con gran sentido del humor, tomo el mal gusto con el cual, algunos medios, lo criticaban por haber viajado en la comitiva presidencial y lo relacionaban como yerno de Leopoldo Moreau, cuando en realidad es su ex porque esta separado. Dijo: "Me van a hacer divorciar de mi actual mujer porque cada vez que me vinculan en presente con mi ex suegro, me dice: ¿cuál es tu familia?". Pobre, chico. ¡Qué situación!
Los regalos
Francisco le regaló a la presidenta bendiciones papales, impresas en pergaminos, para Florencia y Máximo.
Por su parte Cristina le llevó una bandera con la palabra "Paz" en cuatro idiomas, un rosario de pared en plata y cobre, que respeta los pasos para el rezo. En la línea del arte sacro, se adaptó a la platería criolla argentina. Esta obra maestra fue hecha por el santiagueño Miguel Ángel Zeitter.
El escultor Pugliese, el mismo que hizo "Tierra Santa", donó una imagen de dos metros de la Virgen María que Desata los Nudos. El doctor Oscar Parrilli acercó una faja mapuche, con un accesorio de plata para sostenerla ajustada, que los curas usan mucho en el Sur.
La despedida
Francisco nos acompañó a todos hasta la puerta de Santa Marta. Salí última. Le dije : "Hasta la próxima esperanza" y le di un beso.
Seguí caminando y lo vi quedarse sólo de nosotros en la puerta, mirando como suele hacerlo con ternura, cuando se van los amigos. Nostalgia anticipada. Nos hacíamos chau con la mano y recé para mis adentros: "Que pueda el camino salir a tu encuentro. Que el viento soplé siempre a tus espaldas. Que el sol brille cálido sobre tu cara. Que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos. Y hasta que volvamos a encontrarnos que Dios te bendiga y te lleve en la palma de la mano".


Domingo, 21 de septiembre de 2014