En el Iberá tenemos una que habita las selvas llamada pindó (Syagrus romanzoffiana), de porte mayor y grandes hojas pendientes. Otra que habita los bosques espinosos de tipo chaqueño y el Espinal llamada carandilla (Trithrinax campestris) y otras cuatro especies típicas de espacios abiertos:
El caranday (Copernicia alba) es la palmera más difundida en el Iberá, sus hojas recuerdan la forma de la palma de una mano y se presenta en extensos palmares que ocupan zonas bajas e inundables.
La palmera yatay (Butia yatay) habita terrenos más altos, con suelos arenosos y bien drenados. Sus hojas son, aunque similares, menores a las del pindó, más clara y opacas. La disposición de sus láminas es particularmente regular, sobre todo en las hojas que se dirigen hacia arriba, dejando una sensación de prolija disposición radial. Como en el caso del caranday, forma extensos palmares regulares, en especial en lomadas ubicadas al oeste.
Existe una especie de yatay “enana” que poco se despega del suelo, el yatay poñí (Butia paraguayensis), habitante de lomadas arenosas, otorgando al paisaje una configuración bella y especial.
Una cuarta especie de espacios abiertos es el mbocayá (Acrocomia aculeata), recuerda al yatay aunque sus hojas carecen de su regularidad radial y se aproximan en aspecto al pindó, pero posee largas y abundantes espinas distribuidas a lo largo del tronco.
La especie está presente en las lomas del Iberá, aunque no es regular ni forma palmares, como los que pueden verse en la cercana isla Apipé Grande y en el Paraguay. Se cree que su presencia en el interior de la provincia de Corrientes ha sido fomentada por el hombre, plantada en ámbitos domésticos y luego asilvestrada."
Textos y dibujos de Aníbal F. Parera.
Libro: Iberá recargado, 2023.
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