se volvió a su pueblo por su mamá y hoy es jardinero: “De Diego le quedan fotos en una caja de zapatos”El Mudito Acevedo conoció a la familia del Diez en Esquina y se fue a vivir con el ídolo a los 11 años. Lo acompañó en viajes y momentos icónicos; cuando le preguntan por los trances difìciles “hace como que no entiende”. “Era una historia casi olvidada”, subraya Rolando Vallone, su biógrafo y amigoLos Maradona lo trataron como a un hijo más. Él, en contrapartida, daba una mano con quehaceres domésticos, como limpiar la pileta o cortar el pasto. Incluso, lo llevaron a atenderse para ver si podían ayudarlo con su cuadro, que mejoró levemente con audífonos, pero él era rebelde para usarlos. Se dio cientos de gustos bajo la potente luz que irradiaba el mágico futbolista: por ejemplo, conoció y disfrutó de comidas y partidos de fútbol con celebridades como Ricardo Darín, de quien guarda una foto juntos.
Solo le gusta hablar de los recuerdos felices de sus días con Pelusa. Cuando le consultan por los malos momentos, no suelta prenda. “Hace como que no entiende la pregunta”, refrenda el libro con sus historias. Con el correr de los años, los hermanos del astro fueron dejando el nido, cumpliendo el ciclo natural. Y en 2003 el Mudito decidió volverse a Esquina para hacerle compañía a su mamá. Cobra una pensión, se gana unos pesos trabajando como jardinero. Cuando emprendió el regreso al pago, nunca imaginó que no iba a poder despedirse de su amigo.
Es que Pelusa murió en 2020, en plena pandemia de coronavirus. Y no pudo arrimarse al funeral en la Casa Rosada. Sin embargo, el lazo jamás se cortó. En febrero, durante el carnaval, las hermanas de Diego estuvieron en Esquina, en la inauguración de una sala dedicada al Diez y su círculo íntimo en el museo local. El Mudito volvió a mudar de apellido. Y se convirtió en Maradona. Porque apenas se reencontró con su familia del corazón, se pegó como una estampilla, como en los viejos y buenos tiempos.
Incluso un día se apareció con su bicicleta playera amarilla y dos cañas en el hotel donde se alojaron las hermanas del legendario enganche. Y le pidió permiso a una de ellas para llevarse a su hijo al río, para pescar como lo hacía con Diego. Quienes lo vieron, ya no dudaron. En su pueblo, el Mudito volvió a ser Maradona, pero ahora para siempre...
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