16 de agosto de 2012

Tráfico de órganos para trasplante ¿Mito o realidad?

Autor: Por Dr Héctor Daniel González Cirujano de Trasplantes del Royal Free Hospital de Londres, Reino Unido de Gran Bretaña


La gran limitante para la realización de trasplantes es la escasa disponibilidad de donantes. Mientras las indicaciones de trasplante aumentan, la disponibilidad de donantes se mantiene relativamente estable. La consecuencia es que la lista de espera es cada vez más larga. Y un porcentaje importante de pacientes nunca llegarán a recibir un trasplante porque mueren antes.

En torno del trasplante proliferan los mitos y las leyendas urbanas. Muchas de estas leyendas urbanas tienen que ver con el tráfico de órganos.

El tráfico de órganos para trasplante es una realidad pero en una forma diferente a lo que la gente se lo imagina.

Es común que los ricos del mundo viajen a ciertos países subdesarrollados y, organizaciones delictivas mediante, convenzan a algún pobre para que les venda un riñón. Es una transacción comercial entre un desesperado por dinero y otro desesperado por un órgano. Ambos lo hacen para sobrevivir. Esto ocurre generalmente con los riñones por una razón anatómica y fisiológica elemental: los humanos tenemos dos riñones de los cuales uno es suficiente para vivir, siempre y cuando funcione bien.

Es decir: se trata de un acuerdo ilegal, pero acuerdo al fin y al cabo. Y eso posibilita la realización de una serie de estudios que se le debe realizar al “donante vivo” previo a la ablación del riñón. Porque no se le puede poner el riñón de cualquiera a cualquiera.

Tienen que darse unas ciertas compatibilidades. El donante vivo de riñón da margen técnico para la existencia del tráfico de órganos en esta forma y en estas condiciones. Esto ocurre con cierta frecuencia en países como India, Filipinas, Tailandia y algunos de América latina. Hay fotos muy famosas como la de los “donantes” filipinos mostrando la cicatriz de su operación de ablación de riñón. Este es un fenómeno reconocido inclusive por la OMS. Da pie a la existencia de un “turismo médico para trasplante” en esos países.

Es uno de los negocios del crimen organizado de esos países. Existe. A nadie le gusta pero existe. Y existe porque el común acuerdo en el que se basa hace técnicamente posible los estudios previos que los potenciales donantes vivos necesitan para ser donantes. Cuando las organizaciones internacionales denuncian el tráfico de órganos para trasplante se refieren a este tipo de procedimientos. Pero si analizamos las historias que circulan en nuestro medio sobre el tráfico de órganos, resulta evidente que no se refieren a este mecanismo. Nadie habla de Mengano o Sultano, que estaba en diálisis en Argentina, que viajó a la India o Filipinas y volvió con un riñón trasplantado. Los rumores que circulan hablan de secuestros y asesinatos para la obtención de órganos para trasplante. La pregunta que como experto en trasplante uno debe responder es: ¿Es eso técnicamente posible?

Imaginemos la situación habitual descripta en las historias que circulan y analicémosla desde el punto de vista técnico y científico: “Lo mataron para sacarle los órganos” sería el supremo resumen de esas historias. Si una organización delictiva mata a alguien, ese alguien muere como casi todos morimos: por detención del corazón, el aparato respiratorio y después de dos minutos muere el cerebro, lo cual vuelve al fenómeno irreversible. Técnicamente hablando, desde la perspectiva del trasplante, si queremos que ese cadáver sea donante, éste debería ser un “donante a corazón parado”. Pero veamos cuáles son las condiciones para que los órganos obtenidos a partir de un “donante a corazón parado” puedan ser utilizados. Primero: un equipo quirúrgico de trasplante altamente entrenado en estas técnicas debería canular la aorta (la arteria principal del cuerpo) en menos de 10 minutos desde que se produjo el paro cardíaco para reemplazar la sangre del donante por líquidos especiales de preservación (carísimos). Acto seguido: realizar una ablación multiorgánica súper-rápida para evitar el deterioro de los órganos. Esto es así porque tan sólo media hora de muerte con el corazón parado (a diferencia de la muerte encefálica en la que el corazón continúa latiendo) es suficiente para arruinar casi todos los órganos debido a un fenómeno que se llama de “isquemia caliente”. Una vez que se obtienen los órganos, como han sido obtenidos de un donante subóptimo, se deben trasplantar de inmediato, de lo contrario se echan a perder.

Es decir: se deben realizar los estudios de compatibilidad con el receptor con la máxima urgencia. El trasplante, en estas condiciones, debe hacerse en las próximas horas. Para que la gente lo entienda bien: Por estas razones científicas que se traducen en dificultades técnicas y logísticas, no se pueden simplemente colocar los órganos en el freezer y esperar a que salga un comprador.

La infraestructura que se necesita para la totalidad del proceso es enorme.

El número de profesionales que se necesitaría involucrar en el acto delictivo, teniendo en cuenta que de este donante resultarían varios trasplantes, sería enorme, probablemente más de 100 en total. Para poner las cosas en su justa perspectiva: existen pocos lugares en el mundo en los que es posible realizar el donante a corazón parado debido a las complejidades del proceso que se traducen en grandes dificultades logísticas que ponen al límite de su capacidad inclusive a los mejores hospitales del mundo.

Y estamos hablando de un procedimiento absolutamente legal, donde no hace falta esconderse de nadie.

Si a esas dificultades le agregamos la necesidad de hacerlo en forma clandestina, las dificultades logísticas lo harían imposible.

Con lo cual podemos concluir que estas historias son sólo leyendas urbanas inventadas por alguien irresponsable y repetidas por personas que no saben de lo que están hablando.

La tragedia de esto radica en el marco de desconfianza que crean y que desalienta la donación cuando hay muchos argentinos esperando un órgano que les permita seguir viviendo.



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